Hippies en Ibiza

El Movimiento Hippie en Ibiza y Formentera

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Estatuas en el Paseo Marítimo de Ibiza

Hippies en Ibiza (I)

Usualmente se establece el precedente clave para la emergencia del movimiento "hippie" y este es el de la Generación Beat. Una figura clave de unión entre estos dos movimientos es Allen Ginsberg el cual es asociado con los beats como poeta y a mediados de los años 1960 cambiaría de atuendo para así también ser asociado bastante con el movimiento hippie. De todas formas habría que diferenciar la actitud antagónica entre los beats y los hippies. Mientras los primeros tendían hacia el cinismo, gustaban de la filosofía existencialista y vestían usualmente todo de negro o marrón, los hippies tenían una actitud más positiva y vestían ropas multicolores. La influencia clave de los beats sobre los hippies fue el estilo de vida bohemio y una actitud antiautoritaria. Por otro lado San Francisco, que ya era una ciudad importante para la Generación Beat, se convirtió en "La Meca" del movimiento hippie.

Durante el comienzo de los años 1960 el novelista Ken Kesey y los Merry Pranksters vivían comunalmente en La Honda, California. Los miembros de este colectivo incluían el héroe de la Generación Beat Neal Cassady, Ken Babbs, Mountain Girl, Wavy Gravy, Paul Krassner, Stewart Brand, Del Close, Paul Foster, George Walker, Sandy Lehmann-Haupt y otros. Sus acciones y travesuras fueron documentadas en el libro de Tom Wolfe The Electric Kool-Aid Acid Test. En un bus escolar pintado en tonos psicodélicos llamado "Furthur" (una deformación intencional de la palabra inglesa para más allá haciéndola parecerse a la palabra inglesa para "futuro"), los Merry Pranksters viajaron a través de los Estados Unidos para celebrar la publicación del libro de Kesey y para visitar la Feria Mundial de 1964 en la ciudad de Nueva York. Los Pranksters eran conocidos por usar marihuana, anfetaminas, y LSD, y durante sus viajes introdujeron a mucha gente a estas drogas y a su estilo de vida. Los Merry Pranksters filmaron y grabaron en audio sus viajes en bus, creando una experiencia multimedia que después se presentaría al público en la forma de festivales y conciertos realmente novedosos.5​

Parte II
Este movimiento contestatario juvenil aparecido en 1965 en EEUU llegó a las Pitiusas a mediados de los sesenta, ya en decadencia, pero atizado por los hechos de mayo de 1968. La importancia de la presencia de los hippies en Ibiza y Formentera, todavía no estudiada en profundidad, fue capital para conectar la sociedad ibicenca y formenterense con su entorno, llenar de contenido y situar al mercado la industria turística isleña y, además, constituir el primer movimiento de oposición al franquismo desde los años inmediatos a la victoria de las tropas rebeldes en 1936. El movimiento hippy recoge un patente y abrumador descontento de buena parte de la juventud acomodada occidental hacia el sistema surgido de la Segunda Guerra Mundial y, de manera muy especial, contra algunas de sus manifestaciones, tales como el consumismo, el conservadurismo y la complacencia de la sociedad; en este sentido, se puede afirmar que se trata de un fenómeno ajeno a la sociedad isleña del momento, a pesar de la importancia que -en unos años de cambios profundos- tuvo la presencia de miles de jóvenes contestatarios de todo.

Sin carecer de un corpus ideológico definido y cerrado, puede afirmarse que el hippismo busca la felicidad en este mundo, con la práctica del amor y la experimentación con drogas, lo que permite conectarlo con el hedonismo. Otras señas de identidad son el pacifismo -toda una rebeldía en un momento de guerra fría y de la sangrienta contienda de Vietnam- y el gregarismo tribal como forma de proximidad y de contacto directo con los demás.
Foto icónica de padre e hija, look hippie

Tocando la guitarra en un mercadillo

Hippies en Ibiza (II)

La espiritualidad de raíz oriental, especialmente el budismo, el vegetarianismo y un modo de vida en contacto directo con la naturaleza también caracterizaron el hippismo, aunque no son manifestaciones comunes al conjunto del movimiento.
En sentido estricto, la presencia del movimiento hippy en las Pitiusas abarca el periodo 1968-1971. El verano de 1968 -inmediatamente después de la conmoción sufrida por el sistema occidental como consecuencia de la revuelta juvenil de mayo en Francia, las protestas contra la guerra de Vietnam en EEUU y la matanza de estudiantes en México- empezaron a llegar de forma masiva a Ibiza y Formentera jóvenes melenudos de todo el mundo bajo la etérea estética y ética hippy. En julio de 1971, en Santa Eulalia, unos 300 jóvenes se enfrentaron a las fuerzas policiales y grupos de ciudadanos que las auxiliaron; los incidentes se iniciaron cuando la Guardia Civil se incauta de los gallineros de una comuna hippy. Este hecho señaló el punto de inflexión en las Pitiüses de un movimiento de naturaleza pacifista y nómada, que se transmuta instalándose en un territorio y defendiéndolo.

El cierto grado de arraigo de una parte de la colonia hippy en el territorio de las Pitiusas que los incidentes de Santa Eulalia permitieron evidenciar -aparte de hacer evidente la transmutación del movimiento y certificar su fin- fueron paralelos a otros, tales como la aparición, cerca de Copenhague, de Chistian, una "ciudad libre" creada por hippies en septiembre de 1971 y donde aún viven miles de personas herederas de aquel movimiento, convertidas en el centro de un atractivo turístico más. En el caso de las Pitiusas, la represión franquista obligó a los hippies transmutados a mantener discretas comunas que, rápidamente, evolucionaron hacia formas de vida convencionales o dejaron de existir. Muchos de aquellos jóvenes -a pesar de tratarse de un número significativo para las Pitiusas no lo es en relación al conjunto de miles de hippies que acogieron las islas- se convirtieron en residentes o atrajeron hacia Ibiza jóvenes de todo que buscaban una forma de vida alternativa, como ha estudiado la socióloga Danielle Rozenberg en el libro Ibiza, una isla para otra vida (1990).

La presencia de los hippies en las Pitiusas hay que relacionarla con la de los diferentes colectivos de extranjeros que, a lo largo del siglo XX, tuvieron una presencia significativa en Ibiza. De hecho, la llegada de los hippies se produjo en plena eclosión de la presencia de los beatniks, que compartieron con los hippies su rechazo a la manera de vivir de la sociedad occidental acomodada y fueron como ellos, transgresores de la moral mayoritaria. El hecho de que los beatniks tuvieran una actitud individualista, su número fuera limitado, evitasen cualquier conflicto con las fuerzas policiales y estuvieran dispuestos a transgredir la moral en privado con el objetivo de evitar cualquier conflicto hizo que, con excepciones puntuales, no fueran vistos como una amenaza de rebelión por el franquismo, como sí sucedió con los hippies.

Para ubicar la presencia de los hippies en Ibiza y Formentera hay que tener en cuenta que, desde finales de los años cincuenta, las Pitiusas empezaron a acoger pintores e intelectuales que buscaban una isla de paz interior e individual; a pesar de tratarse de personas mayoritariamente de trayectoria progresista, estos artistas se sintieron cómodos en la Ibiza del franquismo.

Todos ellos -como ya sucedió con buena parte de los extranjeros que llegaron a las Pitiusas los años treinta coincidieron en enaltecer una serie de tópicos (sol, Mediterráneo, luz, etc.) y beneficiarse del bajo coste de la vida cotidiana en relación con el resto de Europa, sin cuestionar la dictadura. Tampoco los intelectuales que se refugiaron en Ibiza durante los años treinta, muchos de ellos huyendo del nazismo, tuvieron ningún tipo de participación en la política local, como sí hicieron muchos de sus compatriotas o correligionarios que residieron en las capitales del Estado durante la Segunda República. En este sentido, los hippies se diferencian de las anteriores oleadas de extranjeros -aparte de su número muy superior- por una presencia que no quiso contemporizar con nada ni con nadie, aunque el carácter pacifista del movimiento impidió cualquier enfrentamiento con las fuerzas policiales, salvo los acontecimientos de Santa Eulalia de julio de 1971. La presencia masiva de hippies en las Pitiusas, que se puso de manifiesto el verano de 1968, fue percibida por los órganos de represión del franquismo como la principal amenaza para el sistema desde el finalización de la Guerra que sucedió en la rebelión militar de julio de 1936.

Colgantes y collares simbología hippie

Hippies en Ibiza (III)

En este sentido, los hippies se diferencian de las anteriores oleadas de extranjeros -aparte de su número muy superior- por una presencia que no quiso contemporizar con nada ni con nadie, aunque el carácter pacifista del movimiento impidió cualquier enfrentamiento con las fuerzas policiales, salvo los acontecimientos de Santa Eulalia de julio de 1971.
La presencia masiva de hippies en las Pitiusas, que se puso de manifiesto el verano de 1968, fue percibida por los órganos de represión del franquismo como la principal amenaza para el sistema desde el finalización de la Guerra que sucedió en la rebelión militar de julio de 1936. El hecho isleño, la dura represión de los primeros años y el control sobre los desafectos al Régimen evitó la existencia de cualquier tipo de oposición organizada al franquismo, que no se manifestaría hasta las postrimerías de la dictadura.

En poco más de tres años, el sistema represivo franquista expulsó de las Pitiusas a cerca de 5.000 hippies de más de 30 nacionalidades diferentes, movilizó y multiplicó las fuerzas policiales y las dotó de mejores medios materiales, presionó a jueces y fiscales para que aplicasen con toda virulencia las leyes vigentes -especialmente la de Vagos y Maleantes- y movilizó las "fuerzas vivas" locales contra la degradación moral que, desde la óptica franquista, suponía el comportamiento privado y público de los jóvenes contestatarios.

En este contexto se produjeron algunas agresiones protagonizadas por jóvenes ibicencos (especialmente en San Carlos y en Santa Eulalia) y formenterenses. Curas, alcaldes y concejales actuaron de confidentes de las fuerzas policiales en la represión emprendida contra los hippies, llamados de manera despectiva peludos. Sin embargo, especialmente en Formentera, buena parte de la población de las Pitiüses se mostró tolerante con los jóvenes contestatarios y dispuesta a beneficiarse de su capacidad de gasto.

Los dólares de los hippies alimentaron durante unos años la precaria economía formenterera y muchos isleños apresuraron a reconvertir corrales en viviendas para alquilarlos, un hecho detectado, analizado y reprimido por la Administración turística del momento. Cuando en 1968 los hippies llegaron de manera masiva a las Pitiusas, el movimiento estaba inmerso en una crisis debido a la asimilación, por parte de la sociedad de consumo, de algunos aspectos y símbolos popularizados por los jóvenes contestatarios.

Multinacionales del automóvil, de confección textil y de la alimentación se apresuraron a adecuar su imagen para hacerla compatible con una estética hippy cada vez más desnaturalizada. En este contexto, los responsables ibicencos de la industria turística -representados primordialmente por el Fomento de Turismo- mantuvieron una doble moral para con el movimiento hippy, ya que colaboraron con la represión policial -incluso pagando pasajes de barco para expulsar a miles de jóvenes - mientras empleaban para sus intereses la imagen hippy, como lo demuestra la llamada moda Adlib. De hecho, la industria turística de las Pitiüses ha incorporado durante décadas, de forma más o menos subliminal, el mensaje residual del movimiento hippy como argumento de venta y elemento diferenciador hacia otros destinos turísticos competidores.

Una de las manifestaciones decadentes de todo es la imagen de diversión nocturna con connotaciones transgresoras que, ya en el siglo XXI, todavía atrae a turistas. Durante los años de la presencia hippy en las Pitiusas, la prensa española publicó docenas de reportajes sobre la "escandalosa depravación" protagonizada por los jóvenes en Ibiza y Formentera, lo que -como se señala en los informes policiales de la época- atrajo a las Pitiusas a miles de jóvenes españoles que querían, si no más, ver de cerca la droga y el sexo.

(Parte II) Joan Cerdà Subirachs [JCS]
Enciclopèdia d'Eivissa i Formentera


Cantando y bailando en el campo


Grupo de músicos

Retocando el pelo

Frente al autobús


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