Obviamente,

la mayoría de los cuentos, historias fantásticas y leyendas que nos llegan de nuestros mayores a través de los años son simplemente eso: cuentos y anécdotas no contrastadas ni fehacientemente confirmadas, si bien es cierto que muchos tienen un origen o base con ciertos toques de veracidad y con lo más importante del mensaje o enseñanza que nos quieren transmitir.

Valores y pensamientos que nos hacen reflexionar sobre muchas de las cuestiones importantes de nuestras vidas con ese encantador cariz de fantasías y sueños que hacen de ellas un mágico punto de partida para plantearnos cuestiones a las que, a veces, no prestamos la suficiente atención o no les damos suficiente importancia como explicación y sentimiento de vida.

Por ello, independientemente de la veracidad de estos relatos, el mensaje que nos transmiten es suficiente compensación para servirnos de punto de reflexión y análisis de muchos de nuestros sentimientos y emociones cotidianos así como de nuestros inolvidables recuerdos de niñez y juventud.

Cabría decir que lo importante es ese mensaje y no el medio o el modo de su transmisión a través de estas breves y encantadoras historias.